Hay cañaverales con retrasos de crecimiento

(Fuente: La Gaceta Rural) Pese a las expectativas y a las esperanzas, el inicio de la campaña cañera 2013-2014 ha sido complejo y con severos problemas. El estrés hídrico debido a las lluvias insuficientes y discontinuas, las altísimas temperaturas (cercanas a récords de 38º y 40º y un nivel térmico mayor que provoca la evapotranspiración del cultivo de entre 2 y 3 milímetros por encima de lo normal, son los factores más preocupantes, según explicó Eduardo Romero, de la Sección Agronomía de la Caña de Azúcar de la EEAOC.

El especialista analiza el panorama de producción cañera y opina que el aumento del precio del azúcar beneficia al sector, aunque aclaró que “a lo mejor llegó tarde para aquellos productores que no tuvieron espaldas para adquirir insumos”.

La falta de lluvias da como resultado cañaverales con retrasos importantes (en algunos casos, severísimos) en el crecimiento y con muy pocas expectativas de recuperación, sobre todo en el este y sur de la provincia. Romero precisa que las lluvias se mantuvieron en el centro del pedemonte y parte de la llanura deprimida. “En diciembre y enero mejoraron en el este y el noreste, hasta Leales. En el sur, sin embargo, en zonas como La Cocha, Graneros y Chicligasta, sigue habiendo pocas precipitaciones (7, 8, 15 y –como mucho- 20 milímetros) en suelos que, a su vez, son muy sueltos, arenosos y con problemas de salinidad”, explicó el especialista. “Cuando no hay lluvias, la situación se evidencia y se obtiene una radiografía perfecta del problema del suelo”, agregó.

A esta altura del mes, señala Romero, se ven uno o dos cañaverales “buenos” y muchos lotes –hacia el este, en la última zona de expansión- y al sur que no tienen posibilidades de cosecha, menos si esta situación de sequía tiene continuidad. “En cañaverales pequeños se advierten muchas hojas secas o de crecimiento intermedio”, advirtió.

Respecto de la zafra anterior, el especialista remarca que finalizó abruptamente debido a las heladas, con el deterioro acelerado y con graves daños. Lo peor, aclaró, “fueron las quemas irracionales –criminales, en muchos casos- tanto de lotes sin cosechar como de rastrojos”. “Esas acciones expusieron aún más los cañaverales a las deficiencias hídricas. En los lotes no quemados hay mejores perspectivas que en aquellos que se quemaron. Después de la quema queda una capa endurecida que, si no se la pica, impide que penetre la poca lluvia”, finalizó.

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