(Fuente: Suplemento Rural) Los técnicos de la EEAOC recomiendan hacer un monitoreo semanal. La hembra de oruga puede poner más de 1.000 huevos.
En cuanto las lluvias empiecen a acumular la suficiente agua en los perfiles de los suelos tucumanos dedicados al cultivo de la soja, los productores tucumanos podrán sembrar en forma mayoritaria el cultivo estival, que viene atrasado.
Pero a la vez deben tener en cuenta algunos aspectos muy importantes a la hora de la toma de decisiones.
La soja es afectada durante sus fases iniciales por una serie de plagas que impactan sobre la implantación y/o el desarrollo del cultivo. “Ante el comienzo de la siembra en la Provincia es necesario comentar algunos aspectos que debería tener en cuenta el productor para el monitoreo y el manejo de estas problemáticas”, afirmaron en su informe técnicos de la sección Zoología Agrícola y del Programa Granos de la EEAOC. La oruga bolillera, Helicoverpa gelotopoeon: la elevada incidencia que tuvo esta oruga sobre la soja durante la campaña 2011/2012 y su presencia en el cultivo de garbanzo, en mayores niveles que los observados en años anteriores, son factores que presuponen una ocurrencia temprana de la plaga sobre el cultivo.
Otros factores que agravarían la situación serían las condiciones ambientales, tales como la ocurrencia de sequía y altas temperaturas, que son propicias para el desarrollo de esta plaga. Biología y daños: durante la etapa vegetativa del cultivo la hembra coloca los huevos en forma aislada sobre los brotes tiernos de la soja, llegando a oviponer entre 1.000 a 1.200 huevos cada una.
Al nacer, las larvas pliegan con tela el folíolo donde se encuentran, causando en él una defoliación leve; a partir del tercer estadio larval (oruga de más de 1 cm), las orugas abandonan el folíolo y comienzan a cortar brotes.
Las larvas pasan por 5 o 6 estadios, alcanzando un tamaño de 35 mm al final de su período larval, el cual completan entre los 12 y 20 días. Los daños en brotes terminales en etapas iniciales del desarrollo del cultivo determinan la pérdida de la dominancia apical y la modificación de las estructura de las plantas afectadas, siendo este tipo de daño de mayor importancia en aquellos materiales de grupos de madurez cortos y crecimiento indeterminado. Monitoreo: el monitoreo del cultivo de soja debería realizarse sobre puntos de muestreo de un metro lineal de cultivo, en 10 puntos distribuidos en cada lote y al menos con una frecuencia semanal; principalmente durante las etapas iniciales más críticas del cultivo (hasta V6).
durante el monitoreo de esta plaga en las primeras etapas de su desarrollo es conveniente la revisión de los brotes terminales para poder detectar la presencia de huevos y/o larvas pequeñas en el interior de los foliolos, que por lo general no son recolectadas al usar la técnica del paño vertical en los muestreos. Manejo: a partir de lsos ensayos realizados por especialistas de la sección Zoología Agrícola de la Estación Experimental se observó un control aceptable de esta plaga a partir del uso de insecticidas correspondientes a los grupos de los piretroides, organofosforados, carbamatos, IGR y diamidas; pero con una escasa persistencia, debido a la ocurrencia de nuevas camadas de la oruga bolillera sobre los brotes nuevos.
Por ello, se recomienda durante las primeras etapas del cultivo (hasta V6) recurrir a productos de contacto para el control de esta larva, siguiendo posteriormente muy de cerca los lotes referidos para detectar nuevas infestaciones de esta plaga.
Otro aspecto a tener presente en el manejo de la oruga bolillera es la calidad de aplicación de los tratamientos, recomendándose el uso de pastillas cono hueco y el agregado de coadyuvantes con el objeto de lograr gotas más finas que permitan una mayor y mejor llegada del insecticida al blanco, sobre todo a aquellas orugas que se encuentran protegidas en los foliolos sin desplegar. El complejo de picudos Sternechus subsignatus yRhyssomatus subtilis: la sequía ocurrida durante gran parte de la campaña 2011/2012 fue uno de los factores que impactó en forma negativa sobre este complejo de picudos, afectando mayormente a S. subsignatus, que manifestó una baja incidencia en gran parte del área sojera donde se encontraba.
A esto se sumó el efecto de las aplicaciones de insecticidas (piretroides y organofosforados) para el control de la oruga bolillera y que incidieron negativamente en estos picudos.
En el caso de R. subtilis debe considerarse que las lluvias que se sucedieron desde fines de marzo y durante abril de 2012 produjeron pulsos de emergencia tardíos de este picudo desde el suelo y que, en algunos casos, ocurrieron sobre lotes de soja que fueron abandonados por el estrés hídrico sufrido durante los meses anteriores, permitiendo incrementar notablemente sus niveles poblacionales en esos lotes.
Por esto debe prestarse mayor atención a las situaciones descriptas, a los fines de minimizar el impacto y la expansión de esta problemática en el área sojera del territorio provincial.