(Publicado en: La Gaceta Rural) Se trata de una enfermedad clave para la oleaginosa, que se intensifica con el estrés hídrico y los golpes de calor, tal como ocurren con frecuencia en nuestra región.
“La ‘podredumbre carbonosa’ de la soja es una enfermedad clave que se intensifica con el estrés hídrico y los golpes de calor, tal como está ocurriendo en nuestra región, donde en los últimos años hemos padecido esas inclemencias climáticas”, comentó el doctor Atilio Castagnaro (sección Biotecnología de la EEAOC), codirector -junto con el doctor Daniel Ploper(Director Técnico de esa institución)- de un trabajo del biotecnólogo Sebastián Reznikov, galardonado en Brasil con el premio “Top Ciencia Latinoamérica”.
“Evaluación de Curasemillas Químicos y Biológicos para el Control de la Podredumbre Carbonosa de la Soja” se denomina el trabajo galardonado, en el que participó un equipo integrado además por la ingeniera Victoria González (sección Fitopatología) y el doctor Gabriel Vellice (sección Biotecnología).
Según Castagnaro, el problema de la ‘podredumbre carbonosa’ puede intensificarse y llegar a convertirse en muy grave para la producción de la oleaginosa en la Argentina y el Mercosur. “Aunque no sabemos si esta situación climática es cíclica o excepcional, sí podemos afirmar que existe un componente antropogénico; es decir, que el hombre está contribuyendo a que este fenómeno ocurra por la emisión de dióxido de carbono y gases con efecto invernadero. La agronomía, por eso, tiene que adecuarse a este tipo de problemas”, agrega el investigador.
La investigación de la Eeaoc, premiada en el encuentro anual organizado por BASF en Campinas (San Pablo, Brasil), muestra los resultados obtenidos luego de evaluar dos productos biológicos (Trichoderma sp. y Bacillus sp.); y uno químico (pyraclostrobin + metil tiofanato) para el control del hongo polífago Macrophomina phaseolina. Ambas estrategias -la química y la biológica- se adoptaron para proteger el cultivo en el inicio de la emergencia de las plántulas frente a la enfermedad: “lo innovador de esta metodología es que, generalmente, no se hacen ensayos a campo inoculando el patógeno, con el objeto de medir los resultados de la protección al inicio del cultivo”, pondera Reznikov.
“Se están haciendo grandes esfuerzos para mejorar el manejo de esta enfermedad”, señalan los especialistas, y resumen que lo que se busca es “que la planta se enferme menos y que eso ocurra por razones genéticas, es decir, porque la planta ha adquirido resistencia”.
El manejo más rápido y paliativo es la utilización de agroquímicos, aunque éstos “implican inconvenientes tales como el aumento de los costos de producción y que pueden generar resistencia en los patógenos si no son bien usados. Los agroquímicos convencionales, asimismo, provienen de la química del petróleo y generan, por lo tanto, gases de efecto invernadero”, sostiene Castagnaro y redondea que “de todos modos (los agroquímicos) solucionan un problema de coyuntura y posibilitan que pueda seguirse produciendo, hasta tanto se investiguen y obtengan otras soluciones más sostenibles”.
Castagnaro y Reznikov mencionan tres “escalones” o estrategias para combatir la podredumbre carbonosa de la soja:
a) acción química basada en la agroquímica de síntesis, con productos actualmente disponibles;
b) desarrollo de productos biológicos o bioproductos, cuya gran ventaja es que no derivan de la química del petróleo, son biodegradables y no tóxicos frente a otros organismos del ambiente; inducen, además, la respuesta de defensa de la planta a la manera de una vacuna vegetal;
c) resistencia genética en una variedad que tolere mejor aMacrophomina.
“El hongo, además de que se halla distribuido mundialmente y que ha cobrado importancia por los períodos de sequías, se ha visto favorecido, además, por el tipo de labranza (siembra directa o labranza cero), aunque esto no significa que haya que volver al sistema tradicional”, comenta Castagnaro. Agrega que “hay que tener claro que toda tecnología produce un impacto en el ambiente; y lo que se intenta es producir tecnología con menor impacto y, a la vez, sustentable. Retornar a viejas prácticas de labranza implicaría menos producción y más consumo de insumos y energía”.
El futuro
Concluyen que un premio como el obtenido en Brasil “abre puertas interesantes, porque da visibilidad a un grupo que viene trabajando hace tiempo. Es la punta de una base muy grande y nos anima, ya que difunde cómo la Eeaoc trabaja en el abordaje de un problema con una visión sistémica y articulada, con un proyecto mayor como el BiotecSojaSur”.
Se trata -el BiotecSojaSur- de un emprendimiento que desde la Eeaoc se articula con investigadores brasileños, paraguayos y uruguayos, tanto de empresas públicas como privadas. “Están consiguiéndose resultados alentadores; una de las líneas de trabajo es la podredumbre carbonosa. “Ya hemos hecho una patente y tenemos en vista otras más, en busca de resultados que contribuyan a mejorar en su conjunto la tecnología disponible para la producción de soja”, pondera Castagnaro y redondea: “Trabajar en equipo a esta escala internacional es como tener un campo experimental de 50 millones de hectáreas, que es la superficie cultivada con soja en el Mercosur”.