Entrevista perfil al Dr. Daniel Ploper.
(Fuente : La Gaceta/ Economía) Hijo de un reconocido investigador, el director técnico de la EEAOC descubrió temprano una vocación que desarrolla hasta hoy. Ligado a la Estación Experimental casi toda su vida, Daniel Ploper acaba de ser reconocido con un premio por su aporte a la productividad de la soja.
Daniel Ploper lleva la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC) en sus genes, porque trabaja en la institución desde hace 37 años, y porque desde mucho antes este ingeniero agrónomo ya se perfilaba su vocación de investigador. Ploper, director técnico de la EEAOC, acaba de ganar la tercera edición del “Premio Don Mario a la excelencia en el manejo del cultivo de la soja”.
La distinción, materializada en una estatuilla de plata, le fue entregada por miembros del jurado distinguido para esta edición, en el marco de la “15º Jornada de actualización técnica en soja de Don Mario Semillas”. La clásica reunión anual tuvo lugar la semana pasada en Chacabuco, provincia de Buenos Aires, con la presencia de más de 2.500 productores y técnicos.
Por iniciativa de Don Mario -empresa líder en Latinoamérica en la producción y comercialización de semillas de soja- la distinción se entrega, desde 2010, en reconocimiento a aquellos profesionales destacados por su aporte de valor a la productividad del cultivo de la oleaginosa.
– ¿Cómo nació su inquietud por la investigación?
– Desde chico ya estuve en contacto con el mundo de la investigación agrícola, a través de mi padre (José Ploper, ya fallecido) también ingeniero agrónomo, quien se desempeñó como investigador tanto del INTA como de la EEAOC, denominada por aquellos años Estación Experimental Agrícola de Tucumán (EEAT). Mis primeros recuerdos son de cuando mi padre hizo su maestría en la Universidad de California-Davis (EE.UU.), hacia donde viajó con toda la familia. Yo llegué con ocho años y me recuerdo acompañando a mi padre a ver sus experiencias en los invernaderos y cámaras de crecimiento de la universidad. En 1964, la EEAT contrata a mi padre como director técnico, y a partir de entonces y hasta mi ingreso en la Facultad de Agronomía y Zootecnia en 1969, concurrí frecuentemente a la Estación. Al año siguiente de mi graduación como ingeniero agrónomo, ingresé en la Sección Fitopatología de la EEAT donde empecé a estudiar las enfermedades de los principales cultivos de la región. Mi pasión por la investigación creció a partir de dos estadías en el exterior que realicé en 1980. Mis estudios de Maestría y Doctorado en fitopatología, realizados en la Universidad de Purdue (Indiana, EEUU) entre 1982 y 1987, y de posdoctorado en la Universidad de Auburn (Alabama, EEUU) entre 1990 y 1992, no hicieron más que afianzar esta pasión por la investigación, que ya lleva más de 40 años, y que se reforzó con mi ingreso al Conicet en 1997. Esto se complementó con mi actividad docente en la Cátedra de Fitopatología de la Facultad de Agronomía y Zootecnia desde 1993.
– ¿Qué representa hoy para usted la Estación Experimental?
– En la actualidad, el alto honor y responsabilidad que significa ejercer la dirección técnica de la Estación se traduce en un compromiso total para que la institución continúe en la vanguardia en la investigación y desarrollo tecnológico en esta parte del país. Y esto es lo que buscamos transmitir a las futuras generaciones, ya que mantener un modelo exitoso, que acredita numerosos logros y que goza de reputación internacional, requiere el máximo compromiso de todo su personal. Por supuesto, ese compromiso empieza por la cabeza.
– ¿Cómo es la situación actual de la institución en los planos presupuestarios, de recursos humanos y de proyectos en marcha?
– La principal fuente de recursos de la EEAOC sigue siendo la tasa de servicios que aportan por ley las producciones agropecuarias y agroindustriales de la provincia. Los fondos para el financiamiento de nuestra actividad por lo tanto acompañan los vaivenes del sector productivo. Eso significa que hay años buenos, otros no tanto y otros francamente malos. Las fuertes heladas del año pasado, la intensa y prolongada sequía del corriente y la significativa caída del precio del azúcar, han provocado una fuerte reducción de nuestros ingresos durante el presente período. Estas fluctuaciones inciden sin duda en la programación, en el desarrollo tanto de nuestra actividad regular cuanto de los nuevos proyectos y por supuesto hace más difícil el mantenimiento de nuestro plantel de profesionales y los planes de promoción y capacitación del capital humano, que es uno de los pilares tradicionales de nuestro funcionamiento institucional. Y si bien la demanda de nuestras prestaciones y servicios es creciente (permanentemente somos convocados a participar de consorcios y proyectos de investigación, nacionales e internacionales) tenemos que ser muy cautos y muy rigurosos a la hora de cerrar estos acuerdos, de modo que la búsqueda de fondos no nos comprometa con objetivos que nos desvíen del trazado central que estratégicamente nos planteamos frente a las necesidades del contexto inmediato. En el presente, el sólido reconocimiento de la Eeaoc como modelo institucional por parte del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva ha contribuido a mejorar nuestro acceso a programas y líneas de promoción de nuevos proyectos, abriendo nuevas perspectivas de desarrollo. Hemos creado una Unidad de Formulación de Proyectos y Vinculación Tecnológica a fin de gestionar este proceso con suficiente profesionalidad y eficiencia.
– ¿Cuáles son los desafíos en su carrera de investigador?
– Los desafíos están, nos involucran en general a todos aquellos científicos comprometidos con la realidad de nuestra producción agroalimentaria y tienen que ver con la profundización del conocimiento y del uso adecuado de los conocimientos de la fisiología y bioquímica de los vegetales, y de los recursos biotecnológicos de los que disponemos y podríamos disponer. Mi perspectiva personal tiene que ver con el desarrollo institucional de nuestras capacidades de generación de conocimiento a través de la investigación y la experimentación, en la dirección de esos desafíos, y especialmente en el desarrollo de nuevos productos que representen herramientas de manejo de las patologías vegetales.
La llegada del primer nieto
En el poco tiempo libre de que dispone, a Daniel Ploper (61) le gusta ir al cine, practicar tenis o leer novelas en inglés. Casado y con cuatro hijos, por estos días espera el nacimiento de su primer nieto de parte de su hijo Diego, que estudia un Doctorado en Biología Celular en la Universidad de California, EEUU.