(Fuente: La Gaceta Rural) La particularidad de la campaña citrícola que arrancó lentamente en Tucumán es que seguramente será escasa, pero de calidad.
Sin dudas que las condiciones ambientales no han permitido, aún, la generalización de la cosecha en la provincia que, por suerte, tiene disponibilidad de fruta con calidad y calibres apropiados, pero no los volúmenes a los cuales los tucumanos están acostumbrados a producir. El problema que se suma en este momento es que el clima se comporta de manera perjudicial para realizar una operación de cosecha adecuada, no solo en los limones sino también en la actividad cañera y la de granos, que sufren las consecuencias de la seguidilla de jornadas con precipitaciones y días nublados. Este comportamiento climático hace que se presenten, durante gran parte del día, elevados valores de humedad relativa (superiores al 80%) que generan condiciones de ‘turgencia’ en la fruta, incrementando notablemente la sensibilidad de la misma a manifestar síntomas en la piel por golpes y pérdida de aceite esencial, desvalorizándola comercialmente.
Este concepto vertido por técnicos de la Eeaoc debe ser tomado muy en cuenta por los productores, a la hora de decidir la cosecha de limones para evitar mayores daños a la ya golpeada actividad.
Por suerte para muchos productores, y por qué no para la actividad, en líneas generales, toda la calidad de la fruta es buena, como consecuencia del manejo sanitario que hicieron los productores y por las condiciones meteorológicas que se dieron en la campaña, principalmente la ocurrencia de prolongados períodos de falta de lluvias.
Hoy, la actividad citrícola está sufriendo las consecuencias de los efectos de las heladas y las sequías, que dañaron las plantaciones el año pasado, cuyos efectos se los ve ahora.
Las heladas de julio y agosto de 2013 impactaron fuertemente en las plantas, causando un efecto negativo muy marcado sobre la producción, en prácticamente todas las zonas citrícolas de la provincia.
Según datos aportados por los técnicos de la Eeaoc, las zonas menos afectadas son La Rinconada, Yerba Buena, Villa Carmela, parte de San Pablo y algunos sectores del pedemonte, que tendrán entre un 15% y un 30% menos de fruta que la campaña pasada. El resto de las quintas presentan pérdidas de entre un 30% y un 90%, dependiendo de la intensidad del daño sufrido.
Pero de acuerdo con las estimaciones realizadas, la producción total de la temporada (mayo a septiembre) sería inferior al 50% de la producción de la campaña pasada, lo que puso en alerta a toda la actividad citrícola y al Gobierno provincial, que por suerte encontraron en conjunto la forma de paliar esta falta de producción, y de alguna manera no afectar la mano de obra que normalmente se usa en la cosecha citrícola.
Por otro lado, desde el Senasa se informó que la actividad igualmente registró 500 campos citrícolas, que suman cerca de 5.000 unidades productivas, que totalizan una superficie de 29.348 hectáreas.
Al día de la fecha, se encuentran habilitados 27 empaques para la exportación, de los cuales 18 solicitaron certificación para la Unión Europea (UE), lo que demuestra que los productores siguen apostando a comercializar toda la fruta de calidad que tienen a los mercados internacionales, muy exigentes en cuestiones sanitarias y de calidad.
Actualmente, todo el sector espera que el tiempo -el clima- acompañe, que los días se despejen y que los cosecheros puedan entrar a las quintas a sacar los frutos destinados a la industria y al mercado fresco nacional, pero sobre todo internacional.
Los protocolos
Los esfuerzos por cumplir con los protocolos que se exigen en los mercados se mantienen. Pese a las adversidades coyunturales como consecuencia del comportamiento climático, esos esfuerzos son mayores para poder cumplir con todas las normativas que actualmente existen en el Programa de Certificación de Fruta Cítrica Fresca con destino a la Unión Europea y a otros países con similares restricciones cuarentenarias.
El desafío, que tiene tanto el sector productivo como los organismos de control fitosanitarios y los de investigación y desarrollo, es mantener la calidad y sanidad del limón tucumano. Sólo así se podrán conservar los mercados actuales y abrir nuevos destinos para la exportación.
Por otro lado, nadie de los involucrados debe olvidarse de seguir manteniendo el actual estatus sanitario, que nuestra producción citrícola ostenta respecto de las enfermedades cuarentenarias y al temible HLB. Todos están convencidos de que la mejor arma para enfrentarla es la prevención y evitar que se presente en la región, ya que las consecuencias de su aparición serían nefastas. Para ello, sólo deben acatarse las reglamentaciones existentes y ser muy celosos en su cumplimiento, sobre todo por aquellos sectores de la sociedad que por ignorancia no la cumplen, o por aquellos que saben de su peligrosidad e igualmente la incumplen.
Todos deben conocer el gran esfuerzo que se debe seguir haciendo en la actividad, con el sólo objetivo de sostener la producción, la sanidad y la calidad de los productos reconocidos en el mundo.