Hay que priorizar la cosecha del material más afectado

(Fuente: La Gaceta Rural) Las heladas paralizan la maduración y producen disminución de sacarosa

Las pérdidas asociadas a la ocurrencia de heladas se deben a la reducción de la cantidad y calidad de la materia prima a procesar, y a las dificultades que se generan en la recuperación fabril del azúcar. Además, este fenómeno limita la disponibilidad de caña semilla apta para la realización de las renovaciones y nuevas plantaciones.

Estudios de la EEAOC, evidencian que la magnitud de los daños ocasionados depende de su intensidad y duración. Sin embargo, la magnitud de las pérdidas de azúcar está condicionada a la incidencia de otros factores, como las condiciones ambientales que se registren luego de las heladas, el comportamiento de los cultivares comerciales (maduración, capacidad productiva y cobertura), la oportunidad de la cosecha, el sistema de recolección empleado y la eficiencia de su organización y control.

Como se observa en la figura superior, el impacto negativo de las heladas sobre el rendimiento fabril es consecuencia de dos efectos importantes. El primero, deriva del daño que el frío provoca en el follaje de los cañaverales, afectando la fotosíntesis y paralizando la maduración. Así, el contenido de azúcar -en campo- queda determinado por el nivel que alcanzó el cañaveral antes de las heladas. El otro efecto perjudicial, se expresa en el período pos-heladas e implica el progresivo deterioro de los jugos, reduciéndose el nivel de sacarosa, aumentando el de las sustancias no deseables y afectando la recuperación de azúcar y su calidad.

En los casos de “heladas severas y muy severas”, el deterioro se inicia a los pocos días de su ocurrencia pero, en general hasta mediados y fines de agosto, registran una disminución más suave del rendimiento fabril. Por esta razón, se debería priorizar la cosecha de los cañaverales más afectados durante dicho período.

En el caso de “heladas severas”, si se agrega un manejo inadecuado de la cosecha (mala organización, uso del fuego, estacionamiento, mal despuntado, etc.), el deterioro puede significar la “pérdida total del valor económico” de la materia prima, ocurriendo perjuicios a fines del invierno y/o en el inicio de la primavera, con el aumento de las temperaturas y lluvias. En esta época, el deterioro se acelera notablemente, con disminuciones del rinde fabril que pueden llegar -en variedades sensibles-, hasta a un 40%, en heladas moderadas, y un 65%, en las más severas.

El sector productivo debería trabajar para que el fuego no ingrese a los cañaverales, debido al alto grado de combustibilidad. En el estado actual, la quema accidental o intencional puede hacer perder el valor económico del cañaveral.

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