Web y alambre invisible: una nueva forma de trabajar

(Fuente: Suplemento Campo, La Nación) Iñaki Zuberbühler utiliza una plataforma virtual para generar mapas y fórmulas con el fin de que sus contratistas realicen siembra y aplicación variable de insumos

DAIREAUX. Después de dos cambios importantes, como primero ingresar en la siembra directa y luego pasar a la agricultura continua, Iñaki Zuberbühler está marchando a paso firme con otra revolución: la revolución de la agricultura de precisión, con siembra y aplicación variable de insumos. Y no lo hace solo. Junto a él se sumaron las empresas contratistas y operarios como Rubén Actis Grosso, que vive como propio el desafío de una nueva forma de trabajar en cultivos como maíz.

 

“Antes de la siembra variable, la operación de labores sólo permitía el control en el momento de la medición de la máquina. Hoy, gracias a la dosificación variable y a las herramientas informáticas, además de permitir la optimización de los insumos también se pueden aplicar medidas correctivas en forma inmediata”, cuenta Actis Grosso.

En una zona con suelos franco arenosos que tienen una importante diferencia de productividad, Zuberbühler levantó los alambrados que había en el campo y los reemplazó por los que denomina alambrados virtuales. Son los que hoy delimitan los distintos ambientes que hay en su establecimiento La Paz. Lo hizo para poder manejar la variabilidad. Y el campo quedó, tras el rediseño de los lotes, con macro y microambientes de trabajo. Si antes había una receta para todo, se pasó claramente a atender la realidad de cada situación: loma arenosa, loma, media loma y bajo con riesgo hídrico.

Zuberbühler se dio cuenta que frente a la variabilidad no podía seguir trabajando para todos los ambientes con una misma receta. Que si antes se ponían 80.000 semillas de maíz por hectárea para todo el campo ahora debía hacerse según la particularidad de cada ambiente.

Precisamente, con densidad y fósforo variable, entre ahorro de insumos e ingreso extra en maíz el impacto de la tecnología es de 128 dólares por hectárea. También hay un impacto de 24 dólares por hectárea en soja con fósforo variable y manchoneo georreferenciado para insecticidas y fungicidas.

Pero antes de todo esto hubo un comienzo. Fruto del trabajo con la empresa Solapa 4, se tomaron en cuenta sistemas de información geográfica, curvas de nivel, mapas de rendimiento y la gestión de la información de decenas de datos que fueron abriendo el camino a la agricultura de precisión. Hasta que se llegó a los mapas de prescripciones con un proceso muy simple y rápido de utilizar. El mismo productor es protagonista de ese proceso ingresando a una plataforma georreferenciada de la firma de servicios tecnológicos que genera esos mapas y los deja disponibles para que, accediendo vía web, luego el contratista los tome y transfiera a la máquina que ejecutará esas prescripciones para sembrar o aplicar fertilizante de forma variable.

Se trata de la ruta de la prescripción. O de hablar con las máquinas, como dice Santiago González Venzano, socio de Solapa 4 . “Ahora quien recibe la orden no es el tractorista, sino el software de la máquina”, explica. “En el microambiente hacemos las diferentes prescripciones y se dan las órdenes para las máquinas. Después, en la cosecha controlamos cuánto rindieron las distintas prescripciones”, detalla Zuberbühler.

Este lenguaje implica una comunicación fluida e integración con las empresas vinculadas con el productor. Es el caso de los contratistas de siembra y pulverización. Los límites que separan a una empresa de otra se hacen estrechos y difusos, como señala Rodrigo Ramírez, otro socio de Solapa 4, porque todos colaboran en esta forma de trabajar.

“Las nuevas tecnologías obligaron a la empresa a capacitarse continuamente en estas herramientas. Contamos con las sembradoras equipadas para eso [para aplicación variable] y con dos cosechadoras Case equipadas también con monitores de rendimiento”, explica Hernán Sánchez, responsable junto a su padre, Eduardo, de la firma contratista de siembra y cosecha donde trabaja Actis Grosso.

Zuberbühler, que junto a su esposa Marina Blaquier administra La Paz a través de la sociedad La Ranita, tiene entablada una relación de más de 30 años con esta empresa contratista y con Fumigaciones Rodríguez. Esta compañía aplica en el establecimiento manchoneo georreferenciado para insecticidas/fungicidas con la soja. “Todo se hizo con la misma gente de antes, con los contratistas y nuestro gerente, Marcelo Muñoz”, subraya.

 

RESULTADOS

 

Para muestra, en maíz con densidad variable se usan 40.000 semillas por hectárea en la loma arenosa; 55.000 en la loma; 80.000 en la media loma y 90.000 en el bajo con riesgo hídrico. Antes, la receta uniforme era en todos los casos 80.000 semillas. En tanto, en fósforo también hubo cambios respecto de la aplicación estándar de 100 kilos de super fosfato triple. Se comenzó a aplicar 40 kilos en la loma arenosa; 80 en la loma; 100 en la media loma y 120 en el bajo con riesgo hídrico.

El impacto económico de ambas variables fue de US$ 128 por hectárea, lo que incluye ahorro de insumos y 600 kilos de aumento de rendimiento como promedio ponderado de todos los ambientes.

Por el lado de la soja, donde el impacto es de 24 dólares por hectárea, la tecnología genera un ahorro significativo, principalmente por no usar fósforo donde no hay respuesta y poder aplicar insecticidas y fungicidas en lugares con respuestas. En arañuela, por ejemplo, se hace un manchoneo georreferenciado que permite aplicar según la presencia o no de la plaga en una parte del lote. Esto lo hace Fumigaciones Rodríguez con prescripciones que se generan desde el mismo establecimiento. Y permite ahorrar productos y bajar el impacto ambiental de las aplicaciones

Al margen de lo exitoso de este modelo, en términos climáticos las cosas no están bien en Daireaux. Por los excesos hídricos, hoy sólo se pudo sembrar el 20% del establecimiento.

 

LOS NÚMEROS DE UNA REVOLUCIÓN EN MARCHA

 

Según datos del INTA, en el país existen poco más de 8400 monitores de rendimiento. Eso alcanzaría para poder monitorear el 66% del área cosechable. Pero se sabe que no necesariamente todos esos equipos hoy se utilizan. No obstante, hay diversas proyecciones respecto de que con los equipos disponibles se pueden tener 67.650 millones de datos de rendimiento por año o 128.710 datos por minuto. “A través de la plataforma y un trabajo de integración y en red, el mapa de rendimiento comienza a ser una fuente de información muy rica que podemos aprovechar para aprender de nuestras prácticas, mejorar reglas de decisión y obtener así mejores rendimientos”, dicen en Solapa 4..

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