Entrevista exclusiva en la La Gaceta
Durante la cuarentena, la ciencia agroindustrial se las ingenió para
seguir adelante en esta entidad autárquica del Gobierno
provincial. A propósito de la celebración del bicentenario de la
industria azucarera, el director técnico Ploper dice que la gran
virtud de su organización es haber mantenido el rumbo
fundacional a partir de un diseño que combina las bondades de lo
público con las de lo privado.
Los hitos de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc)
-nacida como Estación Experimental Agrícola de Tucumán (EEAT)- son
incontables, pero la entidad autárquica del Gobierno provincial se tomó el
trabajo de inventariarlos para el centenario que celebró en 2009 en un libro, “El
mañana hoy”, que pesa 3,3 kilos. Daniel Ploper, director técnico, dice que, antes
de regalar esta obra imponente, pregunta al destinatario si podrá cargarla o si
le resultará un incordio. A ese catálogo voluminoso hay que añadir que, durante
la cuarentena, la organización no se detuvo. “La Estación Experimental es una
isla institucional: aquí la pandemia ‘no existió’. Después del shock de las
primeras dos semanas de la cuarentena, hemos conseguido mantener nuestro
ritmo de trabajo”, afirma con orgullo en una entrevista pautada a propósito de
los 200 años de la industria azucarera.
Al ingeniero agrónomo y doctor le cuesta seleccionar los logros más relevantes
de la Experimental, un proyecto nacido para estudiar los problemas que
enfrentaba la caña a comienzos del siglo XX y aportar soluciones, y que desde
entonces intenta satisfacer las demandas de la producción. De allí se
desprendió un mundo formidable de avances que convirtieron a la entidad en
una referencia indiscutible. “Hay hitos históricos y técnicos, pero yo me inclino
por pensar que la máxima virtud reside en el diseño institucional que permitió
todos estos progresos”, analiza Ploper durante una conversación por Google
Meet. ¿Qué es la Eeaoc? Una usina de investigación, de desarrollos
tecnológicos y de servicios respetada dentro y fuera de la Argentina.
Con burbujas de presencialidad, virtualidad y compromiso, la Estación cumplió
las obligaciones que había contraído en estos años de parálisis como
consecuencia del coronavirus. “Hay instituciones públicas que recién están
volviendo a la actividad y algunas que no quieren volver. ¿Cuál es la diferencia
con nuestro caso? Nosotros aquí nos consideramos importantes y en eso
radica la estrategia de supervivencia. Si sos importante, no es fácil que
prescindan de vos. Para lograr ese lugar, buscamos ser serios y tener mucha
ética”, resume Ploper.
¿En qué se funda la importancia de la Experimental? El décimo segundo
director técnico del organismo está persuadido que en la permanencia del
diseño institucional original que combina las bondades de lo público y de lo
privado. “Esto permitió mantener el mandato y el rumbo trazados por la
Generación del 80 con el empresario y senador Alfredo Guzmán a la cabeza. La
Estación es hija de la industria azucarera e influenció más de la mitad de los
200 años de esa actividad. Ello demuestra la sustentabilidad del modelo”,
reflexiona.
El centro experimental para mejorar la producción de caña que imaginó
Guzmán está inspirado en las instituciones del tipo creadas en los Estados
Unidos durante la presidencia de Abraham Lincoln. “Pero Guzmán no quería
que esta clase de iniciativas quedaran en el ámbito de la propiedad privada y,
por eso, propone un proyecto de ley para una institución oficial sostenida por el
sector productivo”, explica Ploper.
-¿Esta particular combinación buscaba que los avances de la ciencia y de la
técnica sean aprovechados por todos?
-Así es. Además de sostenida por el sector productivo, Guzmán y sus
contemporáneos resolvieron que la Estación también sea dirigida por aquel.
Así nace la Junta Asesora y, luego, el Directorio que hoy componen 10
integrantes. Este cuerpo funciona con una regla clave, que es el trabajo ad
honorem. Nadie está allí por dinero y eso ha permitido preservar la dirección.
Entonces, se trata de una organización oficial sostenida y liderada por el sector
productivo, pero cuyo financiamiento está regulado en la ley, por ende, maneja
fondos públicos.
-¿Qué clase de administración permite este esquema mixto?
-Por ejemplo, todo el personal técnico y, en buena parte del tiempo, también el
auxiliar, ingresa a la Estación por designaciones a término, no planta
permanente. Las renovaciones ocurren en función del desempeño y dentro de
las distintas carreras existentes en la institución. Hay evaluaciones anuales y
ha pasado que quedó gente afuera. Es decir, no da igual si se trabaja o no. El
Directorio selecciona y remueve a los directores técnicos, como sucede en la
actividad privada.
-¿La fusión de lo público y lo privado permitió, entonces, un equilibrio sano
donde el conocimiento es compartido, pero la gestión está fundada en el
mérito?
-Exactamente. Y todo eso sucede en una institución oficial que recibe recursos
de parte de los productores (Ley 5.020); por los servicios que presta con sus 18
laboratorios de alta complejidad en química, ingeniería, semillas, suelo,
fitopatologías, etcétera; por los subsidios nacionales e internacionales para
investigación; por convenios específicos con empresas; por las regalías que
generan las patentes en Bolivia y en Sudáfrica; por aportes genuinos del Estado
provincial y, eventualmente, por transferencias de la Nación. Esta masa de
dinero se considera un fondo público sometido a la Ley de Administración
Financiera. A la Estación no le alcanza con seguir funcionando: para levantar
vuelo precisa de una mayor inversión. Por eso desde hace ocho años estamos
luchando por una ley que otorgue recursos del presupuesto de la Nación a la
Estación en atención a todo lo que esta hizo y hace por el desarrollo del Norte
argentino. El conocimiento generado tanto en variedades como en prácticas
culturales, y de manejo de plagas, enfermedades y malezas es a costa de los
productores e industriales tucumanos. Sin embargo, sus beneficios son
aprovechados en la región. El combo de fondos de la Estación es problemático
porque no ofrece las seguridades que demandan los equipos con personal
calificado. Sin embargo, en 112 años fue posible mantener el rumbo trazado
por los fundadores.
-E incluso se sabe, por ejemplo, que Brasil tomó nota de los descubrimientos
de la Experimental y los aplicó para transformar su industria…
-Totalmente. En la década de 1970 los brasileños fueron muy inteligentes. No
sólo tomaron los conocimientos producidos en Tucumán, sino que también
emplearon a nuestros profesionales que se fueron como consecuencia del
último golpe de Estado. Nosotros hemos fomentado el exilio de cerebros que
armó la industria azucarera de Brasil.