(Fuente: EEAOC, Publicado en La Gaceta) La novedad es que esta enfermedad fue detectada en el Noreste de Tucumán, porque hubo más lluvias.
Los relevamientos que se están realizando en las quintas de limón, previo a la cosecha, están mostrando una marcada presencia de enfermedades tempranas, en especial Botrytis.
Esta enfermedad es común observarla en las quintas de las zonas pedemontanas más húmedas de Tucumán, en la franja que va desde Lules hasta Alpachiri.
Sin embargo, en esta campaña también se observó su presencia en la fruta de las quintas ubicadas en el noreste, donde generalmente la incidencia de Botrytis es muy baja en años con primavera normal o normal a seca, comentó la ingeniera Gabriela Fogliata de la Sección Fitopatología de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) de Tucumán.
Esta enfermedad es causada por el hongo Botrytis cinerea y sus síntomas en los frutos son deformaciones en forma de crestas o protuberancias que afectan la calidad comercial. Los pétalos infectados son la principal fuente de infección de los frutos en formación.
Se trata de una enfermedad “temprana”, es decir que infecta la fruta en los primeros estadíos de desarrollo, razón por la cual las condiciones hídricas de primavera influyen en forma directa en la incidencia y severidad.
El incremento observado en la región noreste de Tucumán, departamento Burruyacu, en la presente campaña, se debió seguramente a las mayores precipitaciones registradas en primavera.
En el mes de septiembre, las precipitaciones superaron entre un 51% y un 100% los valores normales en varias localidades de ese departamento. Esta situación continuó en el mes de octubre, cuando se generalizaron las lluvias al resto de las regiones citrícolas de Tucumán, en especial en ambos extremos: Burruyacu y la zona comprendida entre Monteros y La Cocha, donde las lluvias fueron superiores a los valores normales.
Retraso de la floración
Otro factor que pudo influenciar en el aumento de botrytis y de otras enfermedades tempranas, como ser “melanosis”, fue el retraso de la floración lo que generó que la fruta pasara los primeros estadíos de crecimiento, donde se encuentra altamente susceptible a la infección, en un período con condiciones hídricas muy favorables para el desarrollo de estas enfermedades.
El manejo de estas dos enfermedades tempranas se inicia mediante la aplicación de fungicidas cúpricos cuando haya un 75% de caída de pétalos, acompañado de estrobilurinas. Cuando las condiciones son altamente predisponentes, la eficacia de control se reduce significativamente y deberá regularse la frecuencia de aplicación.
Es muy importante, además, la realización sistemática de prácticas culturales como la poda de seco, debido a que este hongo sobrevive en forma saprofítica en las ramas y de allí se dispersa hacia las flores y frutos por agua o aire, comentó la ingeniera Fogliata.