(Fuente: EEAOC, Publicado en La Gaceta) Pedreira de Miranda se reunió con técnicos e investigadores de la Eeaoc.
Manejo de la enfermedad: realizar la producción de plantines bajo cubierta (invernadero con tela antiinsectos), inspección y erradicación de plantas enfermas y control químico del insecto vector Diaphorina citri, acciones que corresponden al manejo básico. A estas actividades se les deben sumar “Acciones Externas” (fuera de la finca y en zonas urbanas), en las que la principal es la inspección y eliminación de plantas enfermas y sustitución por otros frutales; el control químico de D. citri como segunda medida, y como última opción la liberación de Tamarixia radiata, parasitoide de D. citri.
Acciones en San Pablo y Florida: En el primer caso, se eliminaron plantas enfermas y se hizo un control agresivo de D. citri, obteniendo un 17% de árboles sintomáticos con HLB y una productividad de 38 t/ha. En Florida, al no eliminar plantas enfermas ni controlar agresivamente D. citri, sino optar por cocteles nutricionales, termoterapia y antibióticos, obtuvieron un 90% de plantas enfermas y una baja de productividad de 40 a 23 t/ha (en los últimos 10 años, Florida produjo 70% menos).
Monitoreos: Realizarlos para detección de D. citri; las trampas adhesivas amarillas son el método más eficaz en la primera etapa; deben colocarse en el borde de las propiedades, en el tercio superior de las plantas, en el extremo de las ramas. Las trampas indican el momento de migración de D. citri.
Control químico del insecto vector: aplicar productos sistémicos en plantas de viveros 5 días antes de plantar. En plantaciones jóvenes menores a 3 años, aplicar productos sistémicos 3 a 4 veces por año, y pulverizaciones foliares con una frecuencia de 7 a 14 días. Para plantaciones mayores a 3 años, hacer pulverizaciones foliares con una frecuencia de 10 a 28 días, pero a nivel regional y organizado. Los controles individuales de los productores tendrán un efecto poco eficiente de control.
En todos los casos recomendó realizar “rotación de insecticidas” entre diferentes modo de acción, con volúmenes de aplicación de entre 25 y 40 ml/m3 de copa de los árboles. El control químico reduce la diseminación primaria pero no la impide, pero un control químico bien realizado elimina la diseminación secundaria.
Nuevas quintas cítricas: realizar nuevos diseños para facilitar las aplicaciones en las borduras.
También remarcó la importancia de otras alternativas de manejo como el control biológico con Tamarixia radiata para zonas donde no se pueda intervenir con químicos, insecticidas botánicos y biológicos, que permiten la rotación con insecticidas químicos y el uso de “mulching reflectante” en las plantaciones nuevas, que reducen las poblaciones de D. citri y por lo tanto, la incidencia del HLB.
Conclusión: Miranda expresó: “El control de D. citri es una estrategia efectiva para reducir la dispersión del HLB. Sin embargo, la integración de las estrategias de eliminación de plantas sintomáticas y el control de D. citri a escala regional es fundamental para lograr el éxito en el manejo del HLB”.