(Por el Ingeniero Mario Devani, Coordinador de Programa Granos de la EEAOC |publicado en el suplemento económico de La Gaceta )
En el NOA los cultivos de soja, maíz y poroto arrojaron en general márgenes brutos negativos en la campaña 2014/15; esto se repetiría en 2015/16 si no hay cambios en la economía del país.
Las precipitaciones de la primera semana del mes marcan el inicio de la nueva campaña de granos gruesos en Tucumán y el NOA. Esto se dio en un marco de gran incertidumbre, que además arrastra -en muchos casos- una crisis financiera importante y el recuerdo fresco de las extremas sequías registradas en las campañas 2011/12, 2012/13 y 2013/14.
Si bien es propio que, por las características de nuestro clima, ocurran lluvias en noviembre, en este año hay condiciones que las diferencia; por un lado, la cantidad de días de continuas lluvias; por otro, las temperaturas frescas que permitieron una adecuada acumulación de agua en el suelo. Esto posibilitó en la mayoría de las zonas recargar los perfiles de suelo con suficiente agua como para iniciar las tareas de la nueva campaña. Pero las últimas lluvias también tienen un lado negativo, que tiene influencia sobre los cultivos sembrados en el invierno, retrasando la cosecha y afectando la calidad del grano del trigo y el garbanzo (manifestando distinto grado de brotado). En el caso del trigo hasta antes de las lluvias de los primeros días de noviembre quedaba por cosechar más del 35% de las 96.000 hectáreas (ha) sembradas, mientras que el garbanzo recién comenzó a trillarse y se cuenta con 14.000 ha sembradas.
En Tucumán y el NOA los cultivos de soja, maíz y poroto arrojaron en general márgenes brutos negativos en la campaña 2014/15, situación que se repetiría en 2015/16 de no mediar cambios en la economía del país que resulten favorables para la producción de granos de la región.
Los precios de soja y maíz son semejantes a los valores registrados hace una década. Sin embargo, los costos de producción han crecido en más de un 120%, esto sin tener en cuenta la carga impositiva. De manera que los rendimientos de indiferencia, que son las toneladas de granos necesarias para cubrir los costos, se ubican por arriba del promedio histórico. A los precios actuales, sobre los que además no se vislumbran mejoras importantes, se necesitan 2,8 t/ha en soja, 8 t/ha en maíz y 1,4 de poroto para cubrir costos, siempre hablando de la producción en campos propios, siendo estas cifras superiores en tierras arrendadas.
La incidencia del flete es de alto impacto en los costos y los 1.400 km hasta el puerto son una constante. Un detalle no menor es que, por un lado, Tucumán importa más del 70% de las carnes rojas, huevos y lácteos que consume. Por el otro, la oferta local de maíz, componente importante de la ración animal, tiene un excedente cada vez más significativo, ya que la producción supera las 400.000 t, mientras que el consumo local es de 150.000 t destinadas principalmente a la molienda húmeda.
Todas estas son alternativas posibles para agregar valor localmente a los granos, y también una posibilidad para pasar a la producción ganadera áreas que por su condición agroecológica (lluvias, relieve, suelo, etc.) son marginales para la agricultura. Otra posibilidad es la producción de energía a partir de los biocombustibles de soja y maíz o de biogás. Todas estas son opciones de mediano y largo plazo.
En la coyuntura actual, la problemática de la producción de granos en el NOA es compleja y requiere medidas inmediatas ante la falta de rentabilidad de los cultivos. La eliminación de las retenciones, la regularización de la exportación, la baja de la presión impositiva y los reintegros automáticos del IVA serían las de mayor impacto en la rentabilidad. Pero no serán suficientes en el largo plazo. Para que la producción de granos sea sustentable en la región, todas las medidas deben ser integradas dentro de una política de desarrollo regional que haga foco en los problemas del NOA. Para ser sustentables y vivir en una región donde la calidad de vida de todos sus habitantes sea aceptable es necesario que construyamos confianza. Hay que elaborar un plan estratégico, mediante un acuerdo público-privado que promueva la inversión y el desarrollo de la agroindustria, la transformación de proteína vegetal en animal y la generación de energía a partir de biomasa. Es imprescindible que todo se haga en un marco regulatorio que se respete en el largo plazo y tenga consenso de todas las banderías políticas.