(Fuente: La Gaceta) Los resultados de las adversidades climáticas se registran en los campos, durante la trilla de granos que aún no finaliza. La situación es caótica y se refleja en el ánimo de los productores, que siguen trillando la soja y sembrando trigo y garbanzo en forma lenta y escasa, en suelos que recibieron mucha agua, ocasionando diversos problemas en las labores.
Durante varias ediciones de nuestro suplemento rural se informó sobre cómo vinieron desarrollándose los diferentes cultivos de granos en el territorio tucumano, en especial la soja por la gran importancia económica que representa para la región, ya que en nuestra provincia tuvimos campañas que se lograron trillar mas de 900.000 toneladas de granos de soja.
Actualmente los cultivos de granos están siendo trillados con diferentes resultados en los rendimientos por hectárea debido al errático comportamiento climático que se dio durante todo el ciclo de su desarrollo.
La trilla actual de granos gruesos, y nos referimos en particular a la de la soja, está dando distintos resultados de rendimientos y muestra la influencia que tuvieron las inclemencias climáticas de noviembre y diciembre del año pasado, y enero y marzo pasados, con lluvias muy erráticas y en contrapartida con abril y mayo, dos meses muy lluviosos. Pero sobre todo, con una gran cantidad de días nublados que poco aportaron de luz solar para que los cultivos se expresen y se entreguen adecuadamente al finalizar su ciclo de cultivo.
La irregularidad de lluvias estivales y la gran cantidad de precipitaciones durante abril y mayo hicieron que el panorama actual del cultivo de soja sea caótica y a la espera de cuál será el resultado real al final de la actual cosecha, cuyos resultados ahora se van manifestando en el campo. Rendimientos menores en muchos casos a lo esperado y un deterioro importante de los granos de soja que disminuyen su calidad comercial.
Ahora los productores que liberaron tierras de soja en forma tardía, van sembrando de acuerdo con sus posibilidades los cultivos invernales típicos que se realizan como trigo y garbanzo, pero seguramente que la mayoría lo viene realizando en tierras propias. Esto por que si se lo hace en tierra arrendada es impracticable y no rentable, ya que las restricciones a las exportaciones y el control de precio hace que el trigo producido en el NOA -en tierra arrendada- no alcance para pagar los costos productivos.
El garbanzo fue tomando auge desde hace ya unos años y todo ese impulso se debe en parte por la difusión que se dio al cultivo desde instituciones como la Eeaoc, a través del Proyecto Legumbres Secas en el que viene trabajando desde el año 2002. El trabajo de investigación de estas legumbres en la Experimental se realiza con tareas interdisciplinarias acompañando el mejoramiento genético, con otros como el estudio de fertilización, control de malezas en pre y post emergencia, evaluación de hormonas, uso de fungicidas, manejo del gusano del cascabullo, análisis de calidad de grano y semillas, análisis de costo producción y margen bruto, todos aspectos indispensables para ajustar el manejo integral del cultivo.
No hay dudas de que este puede ser un cultivo alternativo pero además complementario al trigo, que no compite por las tierras ya que el trigo a pesar de su mala rentabilidad actual, en muchos lotes sirve como un cultivo de limpieza para un posterior cultivo de verano.
Debe tenerse en cuenta también que no se puede avanzar mucho con esta legumbre, ya que primero se debe disponer de buena semilla y no sembrar cualquier cosa. Y segundo, procurar no abarrotar el mercado influenciando en los precios finales del producto cosechado.
Este tipo de cultivo tuvo diferente comportamiento en cuanto a las superficies que se llegaron a sembrar en distintos inviernos desde que fue lanzado como un cultivo alternativo. En los años en que los suelos llegaron a tener muy buena humedad a la entrada del otoño e invierno se llegaron a sembrar más de 18.000 hectáreas, y los años en los cuales las sequías estivales fueron recurrentes, la siembra de esta leguminosa -y por supuesto la del trigo- fue escasa y solo se dio en suelos que recibieron suficiente agua .
Los efectos
Los productores de grano saben perfectamente qué es lo que pasa, cuando se empieza una campaña de granos gruesa a fines de la primavera siguiente y las lluvias no aparecen como debería ser. Hoy la disponibilidad de humedad futura en los suelos es lo que decidirá si se sembrará más de estos cultivos invernales, pero tardíamente por la tardanza en la trilla y por la falta de semilla de calidad.
Esta campaña de granos gruesos viene muy complicada, sobre todo al finalizar su ciclo de cultivo y con la actual trilla -mejor que las dos anteriores sin dudarlo-, pero todavía debe terminarse la trilla y hacer una evaluación real de cuál será el resultado.
Pero el tiempo pasa y las fechas óptimas de siembra de trigo y garbanzo no esperan a nadie, por lo que es necesario pensar con la cabeza fría y hacer las cosas correctamente para no tener que afrontar nuevamente una complicada campaña. Las herramientas tecnológicas al alcance de la mano del productor y la información disponible, tanto para el manejo como para las comercializaciones las tienen los técnicos e instituciones especializadas en producción agrícola, para que el productor tenga un acceso casi inmediato a esos datos. Sólo basta que tome la decisión correcta y que la coyuntura climática y política sea la adecuada para realizarla.